La vida es complicada. Esto es una realidad indiscutible. La vida esta llena de grandes momentos, momentos, y momentos malos; son subidas y bajadas, caídas y levantamientos que parecen afectar incluso a las leyes del tiempo.
Por ejemplo, si estás disfrutando de una situación, en la que te encuentras rodeado de las personas que quieres y estás en el lugar que deseas, ¿verdad que todo fluye?. Exacto, todo fluye y con el tiempo ocurre lo mismo, el nunca deja de fluir, pero nuestra percepción del mismo varía incesantemente y en estas situaciones parece correr como si el mismísimo demonio lo persiguiera. Pasa raudo y veloz haciendo que estos momentos parezcan más cortos de lo que realmente son. La suerte, creo, es que esta sensación de aumento de la velocidad es proporcional a cuanto mayor es el gozo.
Por el contrario si pensamos en un mal día, un mal momento, una mala etapa o época de nuestra vida, apreciaremos que el tiempo es interminable. En esas ocasiones el segundero no solo no avanza a la velocidad que desearíamos, si no que además parece retroceder.
¿Cuanto nos molesta esto? Muchísimo! A todas nos gustaría que en esos momentos el tiempo avanzara rápidamente para dejarlo atrás y empezar de nuevo lo antes posible. Después de muchos malos momentos vividos he llegado a la conclusión de que el tiempo nos da sólo lo que necesitamos.
En esos malos momentos, deseamos olvidar rápidamente, desaparecer. Lo que nuestro espíritu, corazón, alma o mente necesita es tiempo. Tiempo para mirarnos, para pensarnos, para escucharnos y para sentirnos, ya que si dejamos pasar las malas experiencias sin mas, estas acaban anquilosándose, instalándose de manera perpetua en algún lugar provocando "hemorragias emocionales" durante el resto de tu vida. Puede que ni siquiera seas consciente de ella ya que no sangran, pero inevitablemente duelen y la que es peor, condicionan.
¿Cuanto nos molesta esto? Muchísimo! A todas nos gustaría que en esos momentos el tiempo avanzara rápidamente para dejarlo atrás y empezar de nuevo lo antes posible. Después de muchos malos momentos vividos he llegado a la conclusión de que el tiempo nos da sólo lo que necesitamos.
En esos malos momentos, deseamos olvidar rápidamente, desaparecer. Lo que nuestro espíritu, corazón, alma o mente necesita es tiempo. Tiempo para mirarnos, para pensarnos, para escucharnos y para sentirnos, ya que si dejamos pasar las malas experiencias sin mas, estas acaban anquilosándose, instalándose de manera perpetua en algún lugar provocando "hemorragias emocionales" durante el resto de tu vida. Puede que ni siquiera seas consciente de ella ya que no sangran, pero inevitablemente duelen y la que es peor, condicionan.
Podríamos decir entonces que el tiempo, o las leyes del universo son perfectas y aunque no siempre nos guste lo que nos ofrecen... nos dan siempre lo que necesitamos.
Sobre este principio del tiempo, como yo lo entiendo, aprovechemos los buenos momentos y experimentemos las sensaciones mas intensas con naturalidad, gozo y disfrute, pero, cuando lleguen los malos momentos aprovechemos también la ventaja que nos ofrece el tiempo para sanar, curar y organizar nuestras emociones para poder seguir avanzando.
